Tomás Calvillo Unna
24/01/2024 - 12:04 am
Desvanecer el desamparo
"La pérdida de lo sagrado, incluso en la imaginación; orfandad pura bien ganada".
Rendija: Si Hamas abrió las puertas del infierno, Netanyahu y su gobierno pavimentaron el camino para entrar. Sólo la comunidad internacional (Irán, Arabia Saudita, Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra, la población israelí y la población palestina) son quienes pueden detener el horror.
I
El drama mayor
para esta vanidad compartida
es descubrir que no estamos.
La ingravidez de los excesos
que nos enorgullecen,
es ya una avalancha
cuyo nombre es desaparición.
El ejercicio
del día a día,
de la existencia,
se esfuma sin más.
La fantasía de imágenes
que nos habitan,
su apoderamiento
de cada parpadeo
y de toda forma de rituales,
son polvo,
cúmulos de polvo,
que se dispersan.
II
El vacío, el reino del vacío,
adquiere
su preponderancia negada.
La certeza
de la invasión de lo invisible;
ese nudo en la garganta,
que impide la palabra,
se nombra realidad.
Henos aquí
ante esta revelación
sin condición alguna,
ni historia.
Náufragos de nosotros mismos,
a la conquista de lo fútil,
condecorados de egos,
nos vanagloriamos de habitar un mundo
que se niega a sí mismo,
premiado de violencia
y de identidades fatales:
credos que se discriminan,
unos a otros,
e incluso, se asesinan,
ante la pérdida del origen.
Sin rumbo, turbados,
en el aturdimiento
de la precipitación
como rutina,
nos enmascaramos,
sin advertirlo ya.
III
La grieta del entendimiento
dentro y fuera,
es la fractura civilizatoria
que día a día se ahonda
en la psique colectiva:
el reino del subconsciente
en las redes.
El imperio de los instintos electrónicos,
la simbiosis de la manufactura cerebral
incrustada en un proceso
que se escapó de las manos;
la tierra como laboratorio
no más un templo.
La constancia de la banalidad.
La pérdida de lo sagrado,
incluso en la imaginación;
orfandad pura
bien ganada.
El costo de la libertad,
su equivocada lectura,
el miedo a su esencia;
la ignorancia,
e incomprensión
de esa vibración.
El soplo inmemorial,
su eterno retorno,
su donación presente,
que nos permite ser:
herencia de luz y vida
que conmueve
y algunos cuidan,
en su anónimo servicio
que enaltece.
El umbral que perdura
al descubrir,
el sentido del tiempo
y su inconsistencia.
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